jueves, 3 de diciembre de 2015

Mark Zuckerberg y su esposa, la pediatra Priscilla Chan, han anunciado que donarán a obras de caridad el 99% de su riqueza, hoy valorada en 42.500 millones de euros.

En los tiempos del cólera, los niños nacían con un pan debajo del brazo. La hija del fundador de Facebook acaba de venir al mundo desheredada por sus millonarios padres nada más abrir los ojos. Mark Zuckerberg y su esposa, la pediatra Priscilla Chan, han anunciado que donarán a obras de caridad el 99% de su riqueza, hoy valorada en 42.500 millones de euros. El capitalismo y la sencilla ética enseñada con parábolas por un excéntrico, allá en Nazaret, hace dos mil años: ¡qué canallas! ¡Qué intrínsecamente perversos! ¡Mira que no consultar antes a Nicolás Maduro, el asesor fiscal de Juan Carlos Monedero!

Mark, de 31 años, y Priscilla, de 30, han escrito una carta a su pequeña Max, para cuando pueda leerla. Le explican su decisión de desprenderse de unos 40.000 millones de euros en acciones de Facebook a lo largo de la vida que tienen por delante. Dedicarán toda esa fortuna a proveer educación, cuidados médicos e igualdad de oportunidades a los niños que no tienen alguna de esas cosas o todas. Quieren cambiar el mundo, después de haber cambiado la forma en que nos comunicamos. 

Por supuesto, no están pensando en la santidad. Desde luego, no se lo plantean como una demostración de la superioridad moral del capitalismo, el orden social más calumniado de la historia. (No se explica cómo, con tantos detractores, aún sigue en pie y todos los que no tienen libertad, emigran en cuanto pueden a sociedades donde sí la hay). 

La carta de Zuckerberg y Chan a su hija está escrita en un lenguaje políticamente correcto. Se mencionan de pasada algunos problemas, como la violencia “por razones de identidad de género”, que hacen temer que parte de todo ese dineral irá a parar a causas equivocadas. No es la primera vez que Zuckerberg dona a proyectos altruistas fallidos. No es esa la cuestión. 

La cuestión es que la generosidad que mueve a la familia Zuckerberg-Chan solo se explica desde la ética del libre albedrío cuyas raíces son cristianas, les guste o no a los laicistas. Una ética, además, que solo puede practicarse en una sociedad capitalista basada en la autonomía individual y la voluntariedad de las relaciones. Solo en una sociedad así es posible inventar cosas como Facebook, ganar dinero con ellas y luego desprenderse de todo para ayudar a los demás. Aunque Zuckerberg y su esposa, probablemente, no estén pensando en ello, su gesto demuestra que el ser humano tiende al bien y que, en cualquier caso, no necesita que el Estado le obligue a practicarlo.

Cuando Amancio Ortega, propietario de Inditex, decidió donar 20 millones de euros a Cáritas, la izquierda se burló de él y le reprochó que no lo diese a causas progresistas o a instituciones del Estado. En Estados Unidos, está empezando a ocurrir algo parecido tras el anuncio del matrimonio Zuckerberg-Chan. Tiene sentido. Tanto Cáritas como todas las iniciativas altruistas privadas a las que irá el dinero del fundador de Zuckerberg demuestran que una sociedad libre es capaz de hacer el bien mucho mejor que el Estado. 
Y esto, claro, es intolerable.– Fuente : V Gago  - Actuall
[Con información de El País; Mark Zuckerberg a través de Facebook; The New York Times; The New Yorker; ABC, en español y en inglés, de acceso abierto y de pago]



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